Es imposible en estos días estar
ajenos e indiferentes a la situación política del país; sobre todo porque como ciudadano
sufrimos quizás de la “mala praxis” de la misma, y en lo más cotidiano que hagamos está inmersa.
Después de la desaparición física del
otrora líder de la llamada “revolución bolivariana”, y los misterios con el
manejo de la información en días anteriores y posteriores al fatídico anuncio, la
juramentación en el cargo presidencial de un heredero en vida, tal y como él
mismo lo anunciara en su última aparición pública, el llamado a elecciones por
parte del ente electoral, en el que se anunciara un calendario apretado con
solo una diez días para campaña; ese “guayabo electoral” en gran parte del país
tras la derrota del siete de octubre pasado continuaba presente.
Mucha era la apatía y la desconfianza
de gran parte del pueblo venezolano, unas nuevas elecciones estaban anunciadas
y sabiendo las condiciones bajo las cuales ocurrieron los procesos pasados eran
solo pocos los que veían luz en el camino. No había más opciones, el camino electoral es
la única vía democrática de lograr un cambio, en el que se expresa el pueblo y
ganan las mayorías; se acepto la batalla y comenzó primero el proceso de
rescate de la esperanza perdida.
En pocos días se vuelve a sentir que
se puede, se entiende que en esta oportunidad el contendor en otro, se afilan
estrategias, se endurece el discurso, se confronta la mentira, y se hace
entender a los apáticos que la pelea es peleando. Y en estos pocos días un país encendido
de esperanza comienza a perder el miedo y también confronta, también entiende
que su participación es importante, otros tantos despiertan, muchos más
reflexionan hacia donde quieren ir.
Se entendió entonces que el camino,
ese camino que se dice que “Hay”, está lleno de obstáculos, pero que no son
insuperables. No hay miedo. Se aprendió de experiencias pasadas que no se puede
tener miedo, se entendió que el miedo es la estrategia del enemigo y se perdió.
Sin miedo todo es posible. ¿Por qué tenerle miedo a los “iguales? Todos somos
venezolanos, y VENEZUELA SOMOS TODOS.
Ya las cartas están echadas, este
domingo vamos llenos de ESPERANZA y SIN MIEDO a las urnas electorales a
contarnos en busca de una mejor Venezuela, una Venezuela de Todos.
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